“La agenda 2030 no se ha hecho para que las empresas se conviertan en ONG, sino para que sean mejores empresas”
Javier Gavilanes, jefe de la Asistencia Técnica Internacional del Programa ADELANTE (Comisión Europea) / Dirección General de Cooperación Internacional y Desarrollo (DG-DEVCO) para el fomento de la Cooperación Sur-Sur y Triangular en América Latina y el Caribe.
Javier Gavilanes, jefe de la Asistencia Técnica Internacional del Programa ADELANTE (Comisión Europea), puso el foco durante la sesión en la construcción de la Agenda 2030 en tanto que plan de acción colectivo basado en el desarrollo humano, desde su experiencia como negociador de Agenda 2030 para España desde la Dirección General de Cooperación Internacional y Desarrollo (DG-DEVCO).
En el origen de la actual agenda estuvieron los Objetivos de Desarrollo del Milenio, planteados en el año 2000. Fue “un momento de cambio de paradigma, de la irrupción de las TIC, en el que la ONU aprovecha para una reflexión y elabora los 8 objetivos, muy gráficos y comunicables”. ¿Qué aportaron los ODM? Según el ponente, fue clave que el último objetivo ya hablara de una alianza mundial para el desarrollo. Otra de las fortalezas fue “abandonar el planteamiento economicista”. Se establecieron indicadores y se incluyó a la sociedad civil, “aunque no fue una agenda especialmente participativa, sí que generó un consenso interesante”. Gavilanes señaló también sus debilidades: “Fue una agenda muy de los despachos de la ONU, se centró en la pobreza y los deberes de los ricos respecto a los pobres. Generó escaso interés para países ricos y renta media, pero supuso un gran esfuerzo por parte de la ONU para recabar datos estadísticos”.
La Declaración del Milenio puso en marcha agendas paralelas que impulsaron el camino hacia los ODS. ACCRA y Busán son ejemplos de las reuniones a alto nivel que pusieron el foco sobre eficacia de la ayuda. Un hito fue la Cumbre de París en 2005, en cuya Declaración final se aprobaron los nuevos principios para donantes y receptores, “definidos como procesos compartidos entre países socios, donde lo fundamental es rendición de cuentas”. En 2012, durante la Cumbre de Río sobre el futuro de la Tierra, se debatieron las bases para la nueva agenda. Había varios escenarios, pero triunfó la posición que respaldaba España, que propuso “avanzar en otro consenso pero no de ricos y pobres, si no sobre la base del desarrollo humano sostenible”.
Se trabajó desde entonces en organizar las líneas de trabajo para una nueva agenda, realizando una encuesta a la sociedad civil que “fue la consulta más participativa de la historia de la humanidad”. En septiembre de 2015, se aprueban los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que suponen “un cambio de paradigma.” La premisa es que “podemos vivir en el mundo con mas o menos recursos, pero no podemos seguir viviendo en un mundo insostenible”. Los puntos claves de los ODS: intergubernamentalidad y participación activa de la sociedad civil, “manteniendo el compromiso con la pobreza, pero integrando también el desarrollo social, medioambiental y económico”.
El ponente subrayó la implicación de todos los actores en la elaboración de la agenda española. Desde la creación de una comisión mixta Congreso-Senado, “que hay poquísimas”, hasta la implicación de la universidad y la sociedad civil. La Federación de Municipios y Provincias y las Comunidades Autónomas también enviaron sus propuestas. En cuanto al sector privado, la Red de Pacto Mundial agrupó sus propuestas, resultado de un proceso de consultas. En sus palabras: “Lo que más dudas generaba era cómo las empresas iban a participar. Nos sorprendió positivamente como reaccionaron”. La sesión terminó con un análisis de los compromisos de las empresas españolas, entre los que destacaron el de alinear el negocio con los ODS y su integración en la cultura empresarial.
Ana Narváez
Periodista y alumna de la octava edición del Curso de Especialización en Sostenibilidad e Innovación Social