Vicente Montes: “Ha terminado la era de occidente para comenzar la era de desorden”

Director de la Fundación Rafael del Pino.
“Redes y tecnologías para el bien común en la era del desorden. Reflexiones sobre los liderazgos ciudadanos y la acción colectiva en tiempos de conflicto y disrupción tecnológica”

‘Redes y tecnologías para el bien común en la era del desorden. Reflexiones sobre los liderazgos ciudadanos y la acción colectiva en tiempos de conflicto y disrupción tecnológica’

 

La tecnología como piedra angular para conectarnos y tener esa oportunidad de fortalecer la sociedad civil, ampliando la capacidad como humano de mejorar el mundo en el que vivimos. Esa fue la premisa de la sesión ordinaria de Vicente Montes, director de la Fundación Rafael del Pino, que introdujo a la clase el concepto de ‘la era del desorden’ como ese momento vital en el que nos encontramos como humanidad con la tecnología y la red ejerciendo de motor del cambio, en el centro de todo lo que ocurre en la sociedad. Precisamente este punto quiso ejemplificar el profesional utilizando de fondo el cuadro ‘El jardín de las delicias’, de Bosco: una representación de la humanidad en versión artística para plantear la transformación de la sociedad civil desde esos extremos idílicos o caóticos hacia un medio en desorden, la era en la que nos encontramos.

Uno de los puntos que destacó el ponente al inicio de la sesión fue la importancia de las redes centralizadas como parte, no solo de la sociedad, sino de la naturaleza también. Y es que los seres humanos, explicó Montes, son seres sociales interconectados. El número Dumbar es el marco en el que se miden en parte esas redes con el 150 como cifra máxima establecida en la que los humanos somos capaces de conocernos casi personalmente y generar el elemento clave: la confianza, “esencial para articular la colectividad”. A partir de ese número se dificulta la creación de esa colectividad y redes de conexión y es, precisamente, donde está el reto: “Cómo superar ese cardumen de 150 y crear un colectivo más grande alrededor de un propósito compartido”.

Sobre esa base teórica comenzó a construir el resto de la clase Vicente Montes, que pasó a explicar algunos conceptos básicos como la inteligencia colectiva, acuñada a Pierre Levy -aquella que surge de la colaboración de muchos individuos-; las tecnologías intelectuales -que amplían o apoyan nuestra capacidad mental; o la inteligencia artificial colectiva -el conocimiento que desarrollan los humanos y que se puede utilizar gracias a artefactos. “La clave de la interdependencia es fundamental para entender cómo estamos todos conectados”, explicó Montes con respecto a este tercer concepto clave, seguido de la inteligencia compartida: el ‘sharismo’ (todo ese movimiento que defiende que, cuanto menos compartes, menos poder tienes). La acción colectiva fue el último de todos ellos, pero con gran peso ya que “es en el que nos vamos a apoyar” durante la duración de la sesión, explicó el experto, marcando tres claves con respecto a ello: sumar esfuerzos individuales, coordinar acciones y tomar decisiones conjuntas.

Un nuevo escenario en la era del desconcierto

“Ha terminado la era de occidente para comenzar la era de desorden”, sentenció Montes. En 1870 comienza el progreso técnico a cambiar la sociedad y “la tecnología se convierte en la herramienta transformadora para cambiarlo todo”. ¿Y a quién afecta ese progreso? “A todos por igual, pero donde impacta verdaderamente es en las clases medias”, explicó Montes, ejemplificando la afirmación con una gráfica sobre el cambio de expectativas de la clase media en las diferentes generaciones con respecto a los ingresos percibidos en comparación con los de sus padres. “En vez de tener una sensación de que se va a mejor, se demuelen las expectativas de las clases medias, que son la base de la sociedad”.

Esto es solo uno de los cinco elementos que suponen una transformación profunda del escenario en el que vivimos, explicó el profesional. El primero de ellos es un cambio del equilibro de poder con una evolución radical hacia el capitalismo. Se desmoronan los regímenes iliberales, con lo que se presenta como un triunfo final de la democracia, pero con una polarización que domina el discurso político. “Estamos sosteniendo Europa en la medida de lo posible, pero también vemos un crecimiento del autoritarismo”, explicó Montes, en un camino hacia una nueva Guerra Fría, pero de carácter comercial y tecnológico. “A falta de un liderazgo claro, se desarrollan liderazgos regionales”, en los que no existe una cohesión ni visión comunitaria y generando conflictos territoriales.

El segundo argumento de esta era de cambio es la transformación en la percepción ciudadana, explicó el profesional. “Lo que nos pasa es la respuesta de lo que los ciudadanos canalizamos”, señaló Montes antes de introducir la campana de Putnam y el tránsito colectivo del ‘we’ al ‘I’ (del ‘nosotros’ al ‘yo’), estableciendo la Guerra de Vietnam como punto clave en el que empieza a caer drásticamente el grado de asociación de los ciudadanos para dar paso a ese pensamiento más individualizado. ¿El resultado? El triunfo del narcisismo y el individualismo.

La democracia como sistema en retroceso es el tercer gran argumento que quiso elaborar Montes. Aumenta el apoyo al autoritarismo y, con ello, se estrecha el conocido ‘Pasillo de Robinson’ con una sociedad cada vez más pequeña mantenida en equilibrio entre el poder absoluto de la sociedad o el del Estado. Y todo ello en un mundo donde la tecnología cobra más poder que nunca. Precisamente la disrupción digital es el cuarto argumento y se inicia en los garajes de California, explicó el ponente, haciendo hincapié en que es Internet el que apoya esta revolución y que se trata, a su vez, de un bien global. El profesional quiso introducir también la figura de Richard Stallman en este punto y su movimiento ‘Copyleft’: la lucha por el código abierto. Stallman es el responsable de la creación de GNI, que abrió la lógica colaborativa en la creación de infraestructuras tecnológicas. “Él rompió los códigos cerrados’, sentenció Montes.

El quinto argumento que justifica esta nueva era es el shock tecnológico más allá de la digitalización: “el principal que viene es aquel en el que la tecnología transforma todos los procesos”, explicó el ponente, “no va a haber un hueco en nuestro día a día que no se vea afectado por el shock de esa tecnología”. La Ley de Moore es prueba de este avance, con el progreso de la computación hasta convertirse en un procesador al nivel de un cerebro humano, un avance que se espera que llegue el próximo año en un crecimiento constante de esta tecnología hasta conseguir que supere la inteligencia de todos los cerebros de la humanidad en una línea temporal de apenas 80 años, explicó Montes.

Las agendas fraguadas en base al optimismo

A pesar de todo lo que se fragua en esta nueva era, el optimismo de la humanidad consigue siempre salir a flote y es, en base a ello, que se crean las agendas por el bien común y el desarrollo de acciones destacadas como los Objetivos del Milenio o los actuales ODS. Este esfuerzo común coincide precisamente con el momento más bajo de esa caída de la colectividad humana hacia una era individualista y reflota el interés de la sociedad por encontrar soluciones a problemas que nos afectan a todos.

Sin embargo, y a pesar de ese optimismo por sacar adelante agendas globales, el resultado de la interacción de las cinco circunstancias descritas anteriormente es la causante de un nuevo escenario donde prima la fractura, explicó Montes. ¿Las características? Deterioro institucional, volatilidad, polarización de la sociedad, corrupción, desigualdad o inestabilidad política son solo algunas de ellas. Y es en todo ello en lo que la tecnología jugará un importante poder a partir de ahora, señaló el experto, tanto en positivo como en negativo ejerciendo como un nuevo instrumento de poder, tanto para el Estado como para la sociedad en esos dos extremos del Pasillo de Robinson. En este sentido, la tecnología puede ejercer de instrumento para el bien común en lo que Montes definió como un “rearme cívico”.

Comunidades y redes ciudadanas

Utilizar la tecnología como instrumento para tejer nuevas y mejoradas redes ciudadanas es precisamente la clave del futuro, tal y como destacó el profesional. Lograr transformaciones sociales en base a esas redes ciudadanas con seis cuestiones clave: existe para servir a sus miembros y se activa a partir de un umbral crítico; articularla y gestionarla es complejo,; las comunidades son inherentemente políticas y son más fuertes cuando uno de sus miembros ejerce liderazgo; las redes son solo un instrumento para la comunidad, no la comunidad en sí y debemos siempre plantearnos el grado de control que se debe establecer sobre ella, debe tratarse de apoyar, no de controlar.

Montes aprovechó el final de la sesión para hablar un poco de esas redes, que se dividen entre centralizadas, descentralizadas o distribuidas, así como para dar a conocer algunos ejemplos, con especial hincapié en las tecnologías de código abierto, que permiten una articulación masiva no jerarquizada, como el blockchain, o como Aragon, una herramienta para la acción cívica.

El final de la sesión estuvo centrado en un caso práctico: un caso real de una red bien distribuida, conectada e impulsada con un mismo propósito que consiguió sacar adelante una solución esencial en un momento de emergencia global, la pandemia, para conseguir ofrecer soluciones reales y efectivas que salvaron la vida de personas. Estas son las características de la red que la Fundación Rafael del Pino consiguió poner en marcha para obtener respiradores en el momento más crítico de la pandemia. “¿Qué pasa cuando estás conectado en un espacio junto a otras personas que quieren solucionar problemas? Que cuando viene un problema real, esa red está ahí”, destacó Montes. “Si pudimos hacer lo que hicimos en la pandemia, ¿qué existe que no podamos hacer?”, el uso de la tecnología debería ser siempre “encontrar una solución a un problema de la humanidad”, sentenció el ponente.

 

Beatriz Nestar Bueno
Periodista y alumna de la decimotercera edición del Curso de Experto en Sostenibilidad e Innovación Social