Vicente Montes Gan: “Con esta crisis hemos visto las debilidades de nuestras redes y hemos aprendido a ser más eficaces”

Director de la Fundación Rafael del Pino
"La acción cívica en red y su alineamiento con el interés común: Experiencia de la Fundación Rafael del Pino en la articulación de comunidades de práctica"

El principal valor de la Fundación Rafael del Pino son las redes en las que se materializan los diferentes programas que ponen en marcha. En las palabras de su director, Vicente Montes Gan, se trata de orientar la actividad hacia la inteligencia colectiva. En un momento de urgencia y emergencia por la crisis planetaria del COVID19, el responsable de la fundación quiso compartir su experiencia y reflexiones con el alumnado del CESIS de la Cátedra Inditex-UDC el jueves 2 de abril. Licenciado en ciencias económicas y empresariales por la Universidad Autónoma de Madrid, doctor por la Facultad de Derecho de la Complutense y miembro del Cuerpo Superior de Técnicos Comerciales y Economistas del Estado, Montes Gan dirige desde 2013 -ya era director adjunto desde 2005- la fundación creada hace veinte años por Rafael del Pino y Moreno, fundador del Grupo Ferrovial.

Si bien esta entidad es independiente del grupo empresarial, uno de los más importantes en el sector de las infraestructuras y construcción en el mundo, las ideas y objetivos con las que Rafael del Pino y Moreno (1920-2008) echó a andar la fundación en 1999 siguen inspirando su actividad. “Aunque suene a tópico, los orígenes de la fundación parten de que él quería devolver a la sociedad lo que ésta le había dado. Él había construido uno de los grupos empresariales más grandes del mundo desde una pequeña oficina en Madrid en la posguerra, contribuyendo a la reconstrucción del tejido ferroviario, destruido en un 80% tras la guerra civil. A finales de los años ochenta anuncia en una junta de accionistas que deja la empresa porque quiere emprender un proyecto nuevo, que es esta fundación patrimonial, a la que dota de independencia y asegura su futuro implicando a la familia”, cuenta Montes Gan.

Para entender la actividad hoy de la Fundación Rafael del Pino, con una dotación fundacional de 140 millones de euros, es importante saber el objetivo de su promotor: la formación de dirigentes. El empresario madrileño consideraba que en España no había líderes en el sector privado con inquietudes más allá de su propio negocio y, con el objetivo de un liderazgo transversal, impulsó la fundación con diversas acciones de impacto. La primera, invitar a Bill Clinton en 2001, la segunda hacer lo mismo con Kofi Annan, en aquel momento secretario general de la ONU, que acababa de lanzar los principios del Pacto Mundial. “Rafael del Pino creía en el valor social de la empresa y convenció a Kofi Annan cuando en pocos días consiguió que 130 empresas españolas se adhirieran al Pacto Mundial”, cuenta Montes Gan.

El liderazgo y la incorporación del valor de la empresa en la agenda global siguen siendo los ejes de acción de la fundación, conformando redes que puedan aportar en momentos de crisis como el actual. De la formación y de las becas de la entidad salen buena parte de esas redes; tampoco se descuida la comunidad de líderes senior, ofreciendo un espacio para aprender e intercambiar entre iguales. La Singularity University alineada con la ONU y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), los campus virtuales, los talleres Future of Government en Oxford para conectar a políticos y altos funcionarios, el programa Global Civil Society Seminar en Harvard, las becas de excelencia o el proyecto Call for Impact -por el momento dirigido a las comunidades propias, pero con el objetivo de abrirse en un futuro próximo-, son algunas de las líneas de trabajo destacadas en la fundación.

Respiradores para la crisis
En la última parte de la sesión con el alumnado del CESIS, Vicente Montes Gan quiso ilustrar como las redes fomentadas desde la fundación se han puesto al servicio de la sociedad con la crisis del COVID19. En concreto, y alrededor de la Singularity University, surge el debate en los días previos al confinamiento en España, con la evidencia del desbordamiento de las UCIs y la lentitud de las compras públicas de respiradores. “También hemos visto en esta crisis las debilidades de nuestras redes, hemos aprendido de los fracasos. De los WhatsApp pasamos a los grupos en la red y a iniciar los trabajos en 3D. Nos damos cuenta de que el proceso de homologación por parte de la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios va a dar al traste con mucho de ese trabajo, así que nos centramos en la eficacia, en buscar financiadores para abrir una línea de adquisición de respiradores ya homologados”.

Sin abandonar la producción, ya que en este momento hay 47 prototipos pendientes de homologación, aclara el director de la Fundación Rafael del Pino. De los prototipos fabricados pendientes de aprobación, Montes Gan destaca dos como los más prometedores, con un patrón común. “Vienen de organizaciones con capacidad de liderazgo, humildes e innovadoras, que han aprendido del fracaso en startups, que tienen perspectiva y que trabajan en código abierto, para poder escalar su proyecto”, concluye.


Arancha Estévez Lavandeira
Periodista y alumna de la novena edición del Curso de Especialización en Sostenibilidad e Innovación Social