Vicente Montes: «Estamos en un momento prerrevolucionario, con unos riesgos importantes para ese rearme cívico que se está produciendo en cerrado y que todavía no estamos percibiendo»
Director de la Fundación Rafael del Pino.
“Liderazgos ciudadanos en comunidades descentralizadas. Innovación, co-creación y acción cívica en red. Experiencias”.
Vicente Montes es licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad Autónoma de Madrid y Doctor por la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense, es miembro del Cuerpo Superior de Técnicos Comerciales y Economistas del Estado y Académico de la Academia Europea de Ciencias y Artes de Salzburgo (Academia Scientiarium et Artium Europaea). Ha tenido un papel protagonista en la Red española del Pacto Mundial de Naciones Unidas y ha sido presidente de la Asociación de Técnicos Comerciales y Economistas del Estado, entre otras muchas actividades profesionales anteriores. En la actualidad dirige la Fundación Rafael del Pino, es vicepresidente de la Asociación Española de Fundaciones, patrono de AMREF Flying Doctors -Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional 2018-, cofundador y presidente de Liberdom y miembro del Consejo Editorial de la Revista Información Comercial Española.
Montes vino al CESIS a hablarnos de redes de participación cívica y la sesión estuvo dividida en cinco grandes puntos. Partimos desde las comunidades entendidas como fenómenos naturales y el nuevo paradigma de la inteligencia humana y llegamos hasta ejemplos de estos grupos en la actualidad, pasando por un nuevo escenario para la acción cívica provocado por la tecnología y la transformación de la sociedad, por cómo conectar la lógica de la inteligencia con el escenario y cómo crear y articular comunidades. En la última parte vimos el poder de interconectar la inteligencia humana a través del “Caso Respiradores” y una red centrada en la participación de talento excelente que tenía por objetivo evitar el desbordamiento del sistema sanitario en plena pandemia. En palabras del ponente, “la sesión va de dialogar sobre un espacio que se ha conformado en el tercer sector, en el que nos encontramos realidades que anuncian un gran impacto social”.
En la naturaleza hay muchas formas de articulación de la inteligencia colectiva, “no hay ejemplo más bello de red centralizada que la humedad del ambiente cuando se congela”, afirmó. Partiendo de algo tan sencillo como el agua, en el medio encontramos diferentes redes de manera continua (por ejemplo, en los cardúmenes o en las agrupaciones de renos). Son, dijo, “comportamientos colectivos que responden a una lógica que se ha fraguado durante siglos y que persiguen un objetivo” y que en el cerebro humano también se ven, ya que, añadió, “tiene millones de neuronas y una estructura que es un ejemplo perfecto de red distribuida”.
Tras conocer distintos conceptos de inteligencia previos a la constitución de redes, como la colectiva, la distribuida y la artificial colectiva y llegar a la definición de una que va más allá en la lógica de la inteligencia, la compartida, repasamos es escenario para la acción cívica que tenemos delante. “Lo primero es preguntarse por qué hay una diferencia tan importante entre las percepciones y las realidades, entre estadísticas y sentimientos”. “Si analizamos cómo se ha comportado el mundo en los últimos años hay una divergencia entre los resultados que se extraen de un análisis estadístico y los sentimientos que nos hacen movilizarnos”, añadió.
El análisis de “la gran aceleración” parte del año 0 y analiza cómo ha evolucionado el PIB en el mundo por regiones desde ese momento. A través de las gráficas “vemos que el proceso de gran aceleración no sólo se produce en el PIB y que el shock tecnológico la acentúa”. “Se está produciendo un cambio exponencial que nos lleva a un espacio en el que superamos “la era de Occidente” y llegamos a otro en el que los ciudadanos van a poder establecer lógicas de organización no jerárquica para organizar el bien”, explicó. Sin embargo, “en esa gran aceleración también hay una gran divergencia y la sensación del ciudadano es la de demolición del sueño americano. No hemos parado de empeorar las expectativas sobre nuestro futuro”. Esto, junto con la desarticulación social y el avance del autoritarismo, se suma a la disrupción digital. “Si superponemos a la curva el desarrollo tecnológico, se ve que el derrumbe acompaña al nacimiento de todos los grandes pilares de la industria tecnológica”, indicó el ponente.
En este contexto, prosiguió Montes, “aparecen redes sociales que permiten integrarnos en plataformas que superan límites nacionales e ir articulándonos dentro. Son un elemento clave para que la ciudadanía conecte y sea capaz de impulsar acciones”. Así llegamos hasta ejemplos de organizaciones autónomas descentralizadas (DAO, por sus siglas en inglés) y a los movimientos globales en aras del bien común y la disrupción tecnológica. Según el director de la Fundación Rafael del Pino, “estamos a punto del rearme cívico”. “La composición de un modelo de inteligencia en la que nos convertimos en nodos de una red distribuida, no jerárquica e interconectada, y nos unimos a la última rebelión basada en la tecnología. Estamos en un momento prerrevolucionario, con unos riesgos importantes para ese rearme cívico que se está produciendo en cerrado y que todavía no estamos percibiendo”, añadió.
Antes de pasar al “Caso Respiradores” y finalizar la sesión, vimos que “crear y articular comunidades y redes no es fácil”. Por eso nos presentó herramientas de acción necesarias para montar una comunidad y seis cuestiones claves a considerar, resaltando que “el elemento fundamental de una comunidad es la confianza”.
Laura Calvo González
Educadora social y alumna de la undécima edición del Curso de Especialización en Sostenibilidad e Innovación Social.