“La RS trata de las apuestas de una empresa, pero también de sus renuncias”

Esther Trujillo. Profesional independiente, experta en estrategia relacional, ética y gestión de valores; Asesora de Organizaciones y Directivos; y fundadora de PlanBET Estrategias.

Las mesas del aula colocadas en forma de U nos indicaban que la sesión iba a ser diferente. Esther Trujillo, experta en estrategia relacional, ética y gestión de valores y fundadora de PlanBET Estrategias, impartió el primer taller del curso 2018/2019, compartiendo aprendizajes a partir de experiencias de su trayectoria profesional.

“¿Podéis decirme ejemplos de empresas responsables? ¿Creéis que encarecería mucho el producto de una empresa el hecho de que esta garantice la seguridad laboral de sus trabajadores?”. Con estos debates, Trujillo explicó cómo cada empresa debe entender cuál es su responsabilidad sobre lo que hace. “La RSE consiste en entender cuáles son los beneficios que el negocio tiene por sí mismo, y maximizarlos, y cuáles son los riesgos para tratar de neutralizarlos”, apuntó.

Para ello es necesario hacer un análisis detenido y ordenado de la situación, conocer en profundidad a la empresa y su rumbo. Con el objetivo de entender en la práctica la complejidad de las decisiones y los debates que se producen en cada etapa de análisis, cada equipo ideó un supuesto práctico con el que trabajar en la sesión.

Lo primero a tener en cuenta es que cada organización tiene una historia, una serie de elementos que obstaculizan o facilitan la aplicación de una estrategia de RS. El segundo factor a analizar es la realidad que rodea a la empresa: la ubicación, la cualificación de los empleados y el clima laboral de la empresa. Acto seguido, debemos identificar claramente la misión de la empresa. Hay que decidir en qué se quiere destacar, qué nos diferencia de otras empresas parecidas, y decidir cuáles son las renuncias también: en qué dejaremos que otros sean mejores.

En este punto del itinerario, estamos preparados para contestar a la pregunta “¿hacia dónde vamos?”. Es el momento de enunciar cuál es la visión empresarial: “un rumbo lo suficientemente atractivo para que aglutine a todos los trabajadores, aunque procedan de 50 países diferentes y, por lo demás, no tengan nada en común”, en palabras de Trujillo.

Solo al final de este recorrido de toma de decisiones, estaremos en condiciones de identificar nuestros valores, que deben estar íntimamente conectados con la visión y no ser una retahíla de tópicos como “compromiso” o “innovación”. Siguiendo los ejemplos de la fundadora de PlanBet Estrategias, “los valores en sí mismos no son positivos ni negativos; lo positivo o negativo es la actitud o la acción a la que te llevan”.

Cerrando el círculo se encuentran los grupos de interés, que pueden afectar o ser afectados respecto a la consecución de los objetivos de la empresa. Trujillo nos da dos claves: la primera, los grupos de interés no permanecen inmóviles, cambian en función de cada momento y evolucionan en el tiempo. La segunda, que los espacios para la subjetividad se suelen traducir en conflictos. De ahí que sea tan importante poder conectar nuestros valores, ligados a nuestra subjetividad, a los valores de la empresa de la que formamos parte.

Y por último, como consecuencia y a la luz de los valores, deben existir unas pautas de relación, estableciendo límites que protejan las relaciones humanas. “No poner límites claros en los manuales de comportamiento de las empresas es ineficiente, nos lleva a una dinámica de apagar un fuego detrás de otro. Si existe un marco ético podremos tomar decisiones coherentes, si no, empieza la improvisación según criterios subjetivos”.

 

Ana Narváez
Periodista y alumna de la octava edición del Curso de Especialización en Sostenibilidad e Innovación Social