“La cultura corporativa no se crea de la noche a la mañana solo por aprobar un código ético”

Santiago Martínez-Lage, vicesecretario del Consejo de Administración de Inditex.

Desde una perspectiva transversal, Santiago Martínez-Lage, vicesecretario del Consejo de Administración de Inditex, abordó el compliance en tanto que función que recorre y vertebra la sostenibilidad del Grupo. En sus palabras: “En las empresas, además de departamentos, hay también funciones que son transversales a todos ellos, aunque haya un área a la que le corresponda ejercerlo. Compliance y auditorías son funciones”.

Martínez-Lage explicó cómo está organizada esta función de compliance en Inditex. Al estar implicados todos los departamentos de la empresa, las acciones se articulan a través de la coordinación y el reporte. “Hay que informar de inspecciones, de la aprobación de normas externas vinculantes que afecten a los departamentos,… Todo tiene que quedar registrado”, indicó. La información recogida se traslada al comité de ética, que a su vez comunica formalmente todos los riesgos al máximo órgano de gobierno, el Consejo.

El código ético es la piedra angular sobre la que se asienta todo. Según señaló Martínez-Lage, tiene dos objetivos fundamentales: por un lado, crear una cultura de cumplimiento y, por otro lado, es un documento necesario (aunque no suficiente) como primera barrera de defensa penal de la empresa en caso de una posible investigación. Todo el código está dispuesto de manera que se tengan en cuenta todos los grupos de interés, proveedores, trabajadores, accionistas, consumidores y también toda la comunidad. Este último punto, destacó, “es particular del tipo de negocio que hacemos, ya que nuestro impacto es potente en las comunidades en las que operamos; imaginaos el impacto en Bangladesh, donde el 80% de las exportaciones corresponde al sector textil”.

Precisamente fue el impacto de la industria textil en este país, sumado al desastre del Rana Plaza, lo que movilizó al sector a llegar a un acuerdo. “El Accord de Bangladesh es una iniciativa única, pueden existir muchas alianzas, pero esta es transformadora”, dijo refiriéndose al pacto firmado por 200 empresas textiles europeas y sindicatos que representan a los trabajadores de sus proveedores en el país. Para poner cifras a la transformación, señaló que antes del Accord se producían 70 muertes al año en las fábricas, una cifra que hoy se reduce a 17. “El compromiso es fabricar solo en fábricas seguras”, resumió. Para ello se despliegan inspecciones respecto a criterios de seguridad de estructuras, anti-incendios y de riesgos eléctricos. Ya son 1.600 las fábricas inspeccionadas.

Dos cuestiones justifican este carácter transformador e innovador: que sea jurídicamente vinculante y el arbitraje. Es decir, las empresas firmantes pueden llevarse a los tribunales por parte de los trabajadores. “Si la marca pierde el arbitraje se le puede imponer de forma coactiva el cumplimiento; hay un compromiso real porque está la espada de Damocles de los sindicatos detrás, y las ONG firmantes que actúan como testigos y se sientan en las reuniones”. Por otro lado, el arbitraje lo hace diferente. Se trata “de usar la fuerza, la palanca que tienes como comprador para producir mejoras”, sostuvo. El Accord “obliga a expulsar a las fábricas que no reparen las incidencias después de una inspección, y eso implica quedarse fuera de la posibilidad de contratar con cualquier empresa firmante”, de ahí que genere mejoras palpables en la seguridad.

No obstante, el hecho de estar sustituyendo una potestad que en principio correspondería a un gobierno hace que sea un tema delicado. “Bangladesh ha denunciado el Accord alegando que las empresas usurpan funciones gubernamentales”. Alega que ya cumple los criterios de preparación que consensuó con la OIT para tomar el testigo de velar por la seguridad de las fábricas en su territorio. “La industria se juega mucho defendiendo la continuidad del Accord en estos momentos”. Martínez-Lage terminó insistiendo en la importancia de alianzas como esta, que “demuestran una industria muy concienciada”.

 

Ana Narváez
Periodista y alumna de la octava edición del Curso de Especialización en Sostenibilidad e Innovación Social