“Internet es una oportunidad para rendir cuentas e inspirar a la participación”

Pilar Gonzalo, directora del Foro de Cultura y buenas prácticas en España, y gestora cultural de Proyectos Digitales en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.

Desde la óptica de dos temas candentes, la transparencia y la digitalización, enfocamos la sesión impartida por Pilar Gonzalo, gestora cultural de Proyectos Digitales en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y directora del Foro de Cultura y buenas prácticas en España. El objetivo fue entender cómo poner en valor el trabajo que se hace desde las instituciones culturales y generar un diálogo abierto y más transparente con la sociedad sacando partido a las herramientas 2.0.

La forma de acceder a la información ha cambiado y eso hace necesario repensar los formatos. En palabras de Gonzalo, “la casilla de Google lo cambia todo, eres tú el que decide qué buscar”. Hay un empoderamiento a través de las redes sociales, que abren espacios en los que “las personas configuran su identidad en función de su actividad”. Pero donde realmente se debe centrar la comunicación es en las personas que están detrás de las cuentas de usuarios. En palabras de Gonzalo, “los museos, como colecciones de obras, no serían nada sin los visitantes. Son lugares que le importan a la gente, que quiere participar en los museos, y va a participar aunque no queramos. Por eso hay que ocupar este espacio de interlocución.”

Para conectar con los visitantes, usabilidad y accesibilidad son dos conceptos clave. Ambos “tienen que ver con la voluntad de rendir cuentas”. La accesibilidad en tanto que “comunicación inclusiva y orientada al usuario” y la usabilidad como sencillez a la hora de encontrar la información buscada, “en función de tus expectativas y conocimientos previos”. Gonzalo propuso usar la tecnología como aliada: “trabajamos para la generación Google, la experiencia virtual es fundamental incluso cuando visitamos algo físicamente”.

Una debilidad de las instituciones culturales es “la falta de herramientas de comunicación interna”, algo que puso en relación con la existencia de “una opacidad deliberada a la hora de proporcionar cierta información”. Otro obstáculo que destacó fue la falta de identificación y pertenencia a un grupo, ya que en el espacio de un museo conviven muchas personas, desde los trabajadores a los visitantes. “Si no logramos identificarnos y comunicarnos entre nosotros, ¿cómo vamos a poder relacionarnos con los grupos de interés e interactuar con ellos?”, planteó la docente.

Hay ciertas particularidades en este sector, que se manifiestan en una contradicción que Gonzalo planteó en estos términos: “la cultura es el reino de la anomalía, de los que se salen del rebaño, pero convive con la burocracia y su entramado de restricciones administrativas”. Esto provoca en ocasiones “una incongruencia entre el mensaje transgresor y la institucionalidad”. Otra peculiaridad es la dificultad de trazar límites entre lo público y lo privado. Gonzalo expuso la necesidad de abordar con transparencia las colaboraciones con empresas privadas por parte de las instituciones públicas de la cultura.

“Cuando falla la gobernanza es muy difícil que venga comunicación y lo resuelva”, aseguró. En cualquier caso, cuando toca lidiar con posibles conflictos de interés, la clave está en “tratar de desactivar la contradicción, dar explicaciones sobre qué empresas forman parte del patronato y por qué y, sobre todo, poner en valor la aportación de la ciudadanía al contenido de las colecciones”. En último término, hay que entender el gran impacto mediático de los espacios culturales: “cualquiera que haga algo con el ‘Guernica’ detrás captará la atención; somos el espacio soñado donde poner un producto, un mensaje”.

 

Ana Narváez
Periodista y alumna de la octava edición del Curso de Especialización en Sostenibilidad e Innovación Social