Helena Redondo: “Las personas y organizaciones tendemos a ver únicamente por el ciclo de doce meses”

Socia emérita de Deloitte y directora del Sustainability Graduate Program en ICJCE Auditores.
"La información del as empresas:pilar esencial para avanzar en sostenibilidad"

Socia emérita de Deloitte y directora del Sustainability Graduate Program en ICJCE Auditores, Helena Redondo inició su carrera en Arthur Andersen en 1987, alcanzando la posición de socia en 2001. Tras la integración en Deloitte en 2002, lideró hasta 2020 los servicios de Gobierno Corporativo y Sostenibilidad en España.

La información de las empresas

La primera sesión del CESIS en materia de reporting y debida diligencia comenzó con Helena Redondo planteando una cuestión clave: ¿cómo exigir a las empresas planes a 2030 o 2050 si su racionalidad se rige por el ejercicio anual?

De hecho, no es sino desde 2017, con la transposición de la Directiva 2014/95/UE en España, que la sostenibilidad debe reportarse de manera obligatoria, invitando además a una reflexión estratégica para crear valor. Así que ¿cómo sustentar una coyuntura tan joven cuando su exigencia regulatoria invita a que madure tan rápidamente?

Ante la inminente aplicación de la Directiva sobre información corporativa en materia de sostenibilidad (CSRD), el escenario evoluciona con tantas dudas como expectativas; sobre todo, teniendo en cuenta que debía transponerse antes de julio de 2024, pero parece retrasarse a la espera de la luz verde al paquete Ómnibus.

La búsqueda de consensos para reducir cargas administrativas y perfeccionar este abordaje diferencial parece complicarse más en medio de un panorama geopolítico convulso para las empresas europeas.

Sostenibilidad como factor inflacionista

Para Helena Redondo, cuando una regulación entra en vigor, inevitablemente genera costes nuevos. Sin embargo, la inversión en innovación puede convertir ese impacto inicial en un motor de competitividad (aludiendo a la capacidad de utilizar la creatividad para incrementar la viabilidad e impacto del negocio).

A pesar de ello, en Europa se ha criticado el aumento de costes sin una mejoría clara en la competitividad, posiblemente porque se siguen abordando los problemas desde nichos, en lugar de verlos como un sistema interconectado. De hecho, teniendo en cuenta que el desarrollo sostenible está vinculado a la viabilidad económica del negocio, la correlación más importante para la docente sería la subsistencia misma de la compañía, por lo que invita a “evitar círculos viciosos y posicionarse en un círculo virtuoso”, señaló de manera clara.

Sostenibilidad como factor de financiación

En este punto, la docente enfatizó otro aspecto fundamental: los informes de sostenibilidad no solo se escriben por cumplimiento normativo, sino también para atraer inversión y garantizar la supervivencia empresarial.

Así, por ejemplo, en 2004, el informe “Who Cares Wins” sentó las bases del concepto ESG (factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo que se tienen en cuenta a la hora de invertir en una empresa), recomendando su integración en la gestión financiera.

En el mismo sentido, la taxonomía de la UE ya surgió como una de las bases fundamentales del marco de finanzas sostenibles de la UE, permitiendo a las empresas e inversores diferenciar qué proyectos afectan negativamente al medioambiente, alineando las inversiones con el Pacto Verde Europeo y los objetivos del Acuerdo de París.

De esta manera, acciones como el Plan de Acción de la Comisión para una economía más ecológica y limpia, forman parte de los esfuerzos de la Unión de los Mercados de Capitales (UMC) por conectar las finanzas con las necesidades específicas de la economía europea en beneficio del planeta y la sociedad.

Cambio de paradigma

Al analizar el escenario actual, Redondo estableció cómo la Directiva sobre Informes de Sostenibilidad Corporativa (CSRD) y las Normas Europeas de Información sobre Sostenibilidad (NEIS o ESRS) marcan un antes y un después en el reporte corporativo.

Un informe de sostenibilidad bajo CSRD no prevé limitarse a recopilar datos, sino que exige un enfoque integrado. La materialidad, es decir, la relevancia de los asuntos reportados se aborda desde cuatro perspectivas: financiera, de impacto, dinámica y de doble materialidad. En términos simples, no solo importa el efecto económico de un riesgo ESG, sino también su impacto en el entorno y su evolución en el tiempo.

Asimismo, Redondo explicó que, aunque las NEIS no establecen requisitos de conducta, sí se apoyan en el concepto de diligencia debida según los Principios Rectores de la ONU y las Directrices de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). En esencia, esto obliga a las empresas a identificar, prevenir y mitigar impactos negativos sobre el medioambiente y la sociedad, rindiendo cuentas de aquello que se platean hacer frente a lo hallado.

En noviembre de 2024, el Instituto de Contabilidad y Auditoría de Cuentas de España (ICAC) y la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) recomendaron que las entidades españolas sujetas a la CSRD consideren ya el nuevo marco de las ESRS. Este cambio implica una transformación profunda, ya que desde 2024 las grandes empresas de interés público deben presentar sus informes bajo estos estándares, seguidas en 2025 por otras grandes compañías y, en 2026, por pymes cotizadas y entidades financieras pequeñas. Para 2028, la regulación alcanzará también a empresas no europeas con ingresos superiores a 150 millones de euros en la UE.

Claves

Para Helena Redondo, la regulación se perfila como una palanca estratégica de la UE para atraer financiamiento, ya que esta necesita recursos privados para financiar el Pacto Verde; en consecuencia, diseña criterios estrictos para canalizar inversiones hacia fondos sostenibles. Así, las entidades bancarias se convierten en un actor de inyección (de finanzas sostenibles) crucial y su marco de análisis se vuelve una matriz de diligencia debida.

Para culminar, la docente dejó abierta una interrogante: el paradigma de la Responsabilidad Social Corporativa, que empezó por ir más allá de la ley, hoy parece superado por una regulación ambiciosa y estricta. ¿Acaso el derrotero será el de integrarse en el Compliance (Cumplimiento)? ¿O, por el contrario, están las empresas preparadas y acompañadas para tener una performance que supere el cumplimiento frente a una regulación cada vez más severa?

Juan José Sánchez
Comunicador y alumno de la decimocuarta edición del Curso de Experto en Sostenibilidad e Innovación Social