“Es necesario llegar a un acuerdo que evite asimetrías tributarias en la globalización digital”

Jerónimo Payán, director de impuestos para Europa y Digital en Telefónica.

“La época de la opacidad fiscal se acabó”. Con esta afirmación, Jerónimo Payán, director de impuestos para Europa y Digital en Telefónica, dio comienzo a una sesión centrada en los retos de la sostenibilidad fiscal en la era de la economía digital. Por un lado se analizó cómo las empresas han entendido que “la máxima jurídica de que ‘todo lo que no está prohibido está permitido’ ha dejado de tener vigencia en el ámbito fiscal”, y por el lado de los Estados, cómo la globalización digital está dificultando el ejercicio de su soberanía fiscal.

¿Qué ha cambiado con la nueva normativa? Payán explicó los cambios introducidos por la Ley 31/2014, por los que la estrategia fiscal y su control pasa a formar parte de las decisiones que firman los consejos de administración. De hecho, una de las principales tareas de un departamento de impuestos, como el que dirige en Telefónica, es informar al Consejo sobre el riesgo fiscal. “Las diferentes interpretaciones se analizan con auditores y abogados para anticiparse a posibles impactos reputacionales”. Para ello se basan en la elaboración de mapas de riesgos, estableciendo el grado de probabilidades y fijando acciones de prevención. Como ejemplo de buenas prácticas de transparencia a nivel externo, señaló la publicación de la contribución tributaria total y desglosada por países por parte de algunas empresas, aunque no exista todavía una obligación legal real sobre la publicación de estos datos.

En la nueva era de la transparencia, quedan tareas pendientes: “la responsabilidad fiscal corporativa puede aplicarse fácilmente a las empresas tradicionales, basadas en la presencia física en los diferentes países, pero ¿qué pasa con las empresas digitales? ¿Cómo tributa el dato?”. Payán explicó que hay divergencia de opinión sobre el momento exacto en el que el dato genera valor: Donde está localizado el servicio, donde se consume o donde se genera “El impuesto de sociedades es el que se presta a más equívocos ya que se basa en el lugar en el que se crea el valor y es difícil trazar esta información”. Como consecuencia, se produce una erosión en el ingreso fiscal, un fenómeno que se produce “cuando no hay una sincronía entre lo que una empresa genera y lo que el Estado recauda”.

Para homogeneizar las reglas de juego y atajar asimetrías, la OCDE y la UE están llevando a cabo iniciativas que aún no han llegado a fraguarse en normas vinculantes. Por parte de la OCDE, está en desarrollo el Plan BEPS (Base Erosion and Profit Shifting). Según el ponente, “la idea es que la OCDE publique un informe en unos meses y haya un acuerdo para el año siguiente”. La Comisión Europea, por su parte, puso sobre la mesa hace año y medio dos directivas. La primera de ellas, planteada como transitoria, encontró resistencias por parte de las empresas, que consideraron que el impuesto propuesto del 3% podría obligarlas a tributar dos veces por un mismo servicio. Del lado estatal, se topó con la oposición de Irlanda. “Mientras la potestad impositiva sea de los estados, adoptar medidas será difícil porque las decisiones han de tomarse por unanimidad”, reconoció.

Las diferentes posiciones se analizaron a través del caso Apple en Irlanda, que puso en el punto de mira de la Comisión la ventaja impositiva que estaba aprovechando la multinacional estadounidense y la política fiscal agresiva de Irlanda para atraer empresas tecnológicas. Payán sostuvo que “puede ser compatible atraer a actores económicos de la economía digital sin renunciar a la soberanía fiscal y que esto contribuya en el país”. Si bien el debate ha supuesto “abrir caja de Pandora” y generar debate entre todos los países, desde el punto de vista de Payán “está claro que hay que hacer algo para dejar de funcionar por excepciones”.

 

Ana Narváez
Periodista y alumna de la octava edición del Curso de Especialización en Sostenibilidad e Innovación Social