Diego Moñux: «Nadie innova de manera individual, es necesario el trabajo en equipo»
Fundador y socio-director de la empresa Science & Innovation Link Office.
"Ciencia, tecnología e innovación social: perspectivas y casos prácticos”.
Diego Moñux, fundador y socio-director de la empresa Science & Innovation Link Office, fue el encargado de impartir la sesión del pasado miércoles 12 de mayo. Entre 2006 y 2008 trabajó como asesor del secretario de Estado de Universidades e investigación y, entre 2008 y 2011, lo hizo como director adjunto del Gabinete del Ministerio de Ciencia e Innovación, donde fue miembro del Consejo de Administración del CDTI. Además, participó en el diseño de importantes iniciativas como el Plan Nacional de I+D+i 2008-2011 al Programa de excelencia Severo Ochoa, ocupó diversos puestos en el centro Tecnológico CARTIF y ha publicado trabajos en gestión y política de la I+D.
Moñux comenzó la sesión exponiendo que “la innovación es un concepto de moda y expansivo” por eso quiso diferenciar entre los conceptos de innovación e innovación social. Empezó definiendo la innovación como un concepto “que se usa mucho en el marketing empresarial; sin embargo, el valor que generan las innovaciones ya no es solo empresarial, también es social”, puntualizó. Por otro lado, expuso que la innovación social “es un concepto muy elástico que tendemos a estirar como un chicle. Está claro que es un proceso social ya que nadie innova de una forma individual, es necesario el trabajo en equipo”.
Tras abrir un debate en el que el alumnado expuso lo que entendía por innovación social, Moñux empezó a explicar e indagar en la historia del término y en su evolución a lo largo de los años. “Cabe mencionar que el concepto de innovación social es relativamente reciente y hubo que esperar a la Ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación de 2011 para verlo plasmado en algún sitio”, expuso. “En los años que precedieron a la II Guerra Mundial, la ciencia descubría, la industria aplicaba y el hombre se adaptaba. Es a partir de la década de los noventa, cuando la innovación tecnológica industrial (consecuencia de la I+D) se convierte en motor económico. A partir del año 2000, la innovación no tecnológica empieza a tener peso y adquiere más importancia también como proceso no lineal, no solo I+D. Además, empieza a estar centrada en el usuario”, explicó Moñux.
También explicó que, a partir de los 2000, la innovación empieza a ser la fórmula para resolver grandes retos sociales compartidos mediante la cooperación público-privada. “La I+D orientada a misiones y la innovación responsable (RRI) son dos paradigmas de Bruselas que han venido para quedarse”, apuntó Moñux.
Antes de pasar a la segunda parte de la sesión, en la que tuvo lugar una dinámica de grupo, el fundador y socio-director de la empresa Science & Innovation Link Office quiso que el alumnado entendiese que “no existe una definición única del concepto innovación social, no debemos confundirla con emprendimiento o economía. Me gustaría cerrar esta primera fase con la idea de fondo de entender que la innovación social es un concepto elástico que a veces estiramos como un chicle, pero al final con lo que nos tenemos que quedar es con el para qué se hace, quién lo hace y cómo se hace. No solamente tenemos que tener en cuenta los fines, sino también los medios utilizados. Esta forma de innovar puede ser especialmente necesaria para abordar problemas tan complejos como los que han surgido a raíz de la covid-19”, explicó Moñux.
Durante la segunda parte de la sesión, el alumnado, dividido en grupos, llevó a la práctica un ejercicio preparado previamente a la sesión. Los alumnos de la décima edición del CESIS tuvieron que dar respuesta a cuestiones como presentar un plan de RSC a una entidad o una propuesta a una ciudad para mejorar su convocatoria de ayudas y de premios de innovación.
Paula Santos Barbeito
Comunicadora y alumna de la décima edición del Curso de Especialización en Sostenibilidad e Innovación Social.