Diego Moñux: “Las ciudades se han convertido en espacios preferentes para la innovación social”

Fundador y socio-director de la empresa Science & Innovation Link Office (SILO)
Ciencia, Tecnología e Innovación social: perspectivas y casos prácticos

Las palabras a veces pierden su sentido más profundo y noble, de tanto utilizarse en ámbitos como la política o el marketing. Así lo considera Diego Moñux, socio y fundador de SILO Company, que impartió el miércoles 29 de abril una sesión en el CESIS alrededor de la innovación social, que entraría, en su opinión, en esa categoría de conceptos “gastados” en los últimos tiempos. Ingeniero industrial de formación, Moñux dirige proyectos de asesoría en materia de emprendimiento, transferencia de tecnología y políticas públicas de I+D+i, además de liderar las actividades de la firma en América Latina. Entre 2006 y 2008 trabajó como asesor del Secretario de Estado de Universidades e Investigación y, entre 2008 y 2011, como director adjunto del Gabinete de la Ministra de Ciencia e Innovación, donde fue miembro del Consejo de Administración del CDTI (Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial).

En la sesión del CESIS, Diego Moñux quiso diferenciar entre los conceptos innovación e innovación social y, además, analizar con el alumnado cuál es el peso de la tecnología en este último. “Hoy en día es un concepto más heterodoxo, pero sobre todo no podemos olvidar que hablar de innovación social es algo muy reciente. La propia Constitución española ni menciona el término innovación y hay que esperar a la Ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación de 2011 para verlo plasmado”, explica.

Con Moñux la sesión transcurrió por la historia reciente para abordar la evolución de la innovación y de la ciencia en la práctica de la sociedad. De los posteriores a la II Guerra Mundial, donde la ciencia gana terreno al haber tenido mucho que ver en el propio conflicto bélico al tecnopesimismo de los años setenta y ochenta, con la visión de los avances científicos como una amenaza para los usos sociales con la automatización y robotización. “Es a principios de los años noventa cuando los economistas se empiezan a preocupar por la relación entre el cambio tecnológico y la economía. Y tenemos que llegar a este siglo, gracias en buena parte a la revolución digital, para que se comience a hablar de innovación en productos y procesos, para después ir extendiendo el concepto a la logística, a la organización, al marketing, etc. Esa ampliación y esa heterodoxia a la hora de hablar de innovación es lo que provoca que hoy ya esté implicado el usuario, como coproductor. Hoy ya hablamos de incorporar al cliente a la cadena de valor, como participante en el desarrollo de la innovación”, señala Diego Moñux.

Durante la sesión surgieron ejemplos de cómo las empresas han superado barreras y han ido más allá de sus departamentos de I+D+i para buscar nuevos agentes para la innovación, creando escenarios para que ésta pasase a ser realmente social. “Podríamos hablar de las marcas de automóviles que, más allá de la fabricación de coches, se han metido en el negocio de las aplicaciones de movilidad, pero podríamos hablar también de la ciudad como agente. En la actualidad, los espacios urbanos son aceleradores de proyectos y espacios preferentes para la innovación social. Estamos viendo como la administración local se alía con las empresas para una innovación responsable”, explica el fundador de SILO Company. El cambio de enfoque, dice Moñux, es el resultado de que los proyectos se planteen con propósitos más amplios y con la implicación de más agentes. Como conocedor de la administración pública en España, Diego Moñux se refiere a la incorporación de conocimiento, innovación y transferencia en tecnología como una necesidad en proyectos estratégicos como el Plan Director de Cooperación Española, en este momento con vigencia hasta 2021 “porque la innovación es clave para abordar las necesidades de la pobreza”.

En la última parte de la sesión, el alumnado debatió con Moñux sobre las cuestiones “¿es todo emprendimiento innovador?” y “¿tiene toda innovación impacto social?” trayéndolas al momento actual de crisis planetaria a causa del coronavirus. Además, se abordaron varios casos prácticos por equipos como el de la empresa Supracafé y su estrategia social en Colombia o el de una posible alianza entre una empresa de infraestructuras española y una ONG especializada en el agua como recurso esencial en una licitación del Banco Interamericano de Desarrollo. Modelos de colaboración entre lo público y lo privado o entre empresas y ONGs que Moñux subrayó como fundamentales para avanzar en innovación social.

 

Arancha Estévez Lavandeira
Periodista y alumna de la novena edición del Curso de Especialización en Sostenibilidad e Innovación Social