Cecilia Dall Acqua: “La materialidad es la piedra angular de la sostenibilidad”

Socia de Deloitte Sustainability & Climate.
“Propósito y doble materialidad”

‘Ikigai’ o la importancia de encontrar tu propósito de vida. Así quiso comenzar la clase la partner de Deloitte, Cecilia Dall Acqua. La experta en sostenibilidad y clima dentro de la compañía inició su sesión ahondando en la importancia de los propósitos, tanto individuales como corporativos. En este sentido, la profesional habló de la necesidad de que la empresa replique el patrón de movimientos sociales que empujan a las personas y sus propósitos en el día a día para poder convertirse ellos también en líderes del cambio. Tener muy claro cuál es su posicionamiento frente a esas movilizaciones mundiales y, en definitiva, “no tener clientes y sí tener aliados”.

Entre los propósitos de vida hay un conjunto que se presenta en la mayoría de las personas, en mayor o menor medida: los ideales humanos. Estos se agrupan en 17 conceptos y las empresas deben decidir dentro de ellos cuáles son los que quieren impulsar con su labor. “Es muy importante que sepamos por qué estamos haciendo esto”, destacó la profesional para explicar la relevancia de que las compañías cambien del porqué al cómo. Esto es el propósito y yace de la intersección de cuatro preguntas muy claras: Qué nos apasiona, qué necesita el mundo, qué nos diferencia y cómo podemos generar valor económico.

Del stakeholder capitalism al shareholder capitalism

Desde su primera concepción como RSC, hasta convertirse en sostenibilidad, ESG después y, finalmente, impacto o CSV (valor compartido), el concepto no ha dejado de evolucionar en los últimos años. Sin embargo, “generar un valor compartido para todos los grupos de interés que están vinculados a mi negocio” siempre es, en definitiva, el objetivo final. Este valor compartido es una elección estratégica, profundizó la experta, que quiso dar un paso atrás para explicar ese enorme cambio entre el stakeholder capitalism y el shareholder capitalism. Un cambio de mentalidad para “abandonar el capitalismo en el que se busca solo el retorno financiero para buscar el de todos mis grupos de interés y generar un retorno más allá del monetario”.

Con la intención de asentar esa importancia del propósito para una compañía, Dall pidió al alumnado que trabajase en la suya propia. Pasar por el proceso de entender cómo llegar a ese propósito individual que te mueve como persona, para poder comprender y visualizar mejor el trabajo que deben hacer las empresas en el mismo sentido. La experta diferenció así entre aquellas empresas que nacen con un propósito y aquellas que lo empiezan a desarrollar a medida que ahondan en su estrategia de sostenibilidad. “Es fundamental que la compañía diga dónde quiere estar”, destacó.

¿Y cómo se desarrolla? Distinguir entre propósito, visión, misión y valores es esencial, y todo ello debe bajar en cascada hacia el resto de las operaciones de la empresa. “Marketing debe alinear sus acciones alrededor de ese propósito, pero también lo debe hacer el departamento de finanzas”, explicó Dall, y siempre debe estar a la par de su modelo de negocio. Así, la estrategia deberá empezar por encontrar fuentes de diferenciación que aborden necesidades externas insatisfechas, después entender “cómo tomo decisiones en función de mi propósito”, cerrando la rueda por tratar de pasar del ‘por qué’ al ‘cómo’, con la importancia de atraer y retener talento que tenga una razón de ser más allá de las ganancias. Alrededor de todo ello debe estar la cultura y la ambición por resolver entre todos los agentes de esta rueda los retos que permitan a la compañía seguir adelante.

“Hay cuatro cosas que se deben considerar siempre en un propósito”, destacó la experta; debe ser auténtico, transformador, ambicioso y rentable. Y para llegar a él debemos seguir cuatro fases diferenciadas, comenzando por definir, analizando el contexto, identificando el valor compartido que generamos y el impacto que queremos generar para poder articular ese propósito (“la parte que requiere más creatividad”, añadió Dall). Una vez definimos, debemos integrar la estrategia y sus operaciones, antes de ponerlo a funcionar determinando indicadores específicos y alineándose a los estándares de reporting con los que elaborar la memoria. El último paso será siempre supervisar.

Para finalizar la primera parte de la clase, la socia de Deloitte quiso realizar una pequeña actividad con el alumnado que, dividido en grupos de trabajo y con roles empresariales aleatorios definidos para cada uno, trató de realizar los primeros pasos de cara a determinar el propósito de la empresa propuesta por Dall: Estrella Galicia. Así, los asistentes pudieron poner en práctica lo aprendido hasta el momento y comprobar de primera mano el tedioso proceso detrás de la tarea.

La doble materialidad: origen e impacto

En la siguiente mitad de la clase, la profesional pasó a profundizar sobre la doble materialidad: “de dónde viene, cuáles son los aspectos clave para desarrollarlos y la metodología EFRAG para tenerlo claro a la hora de ponerlo en marcha en el futuro”, enumeró a la vuelta del descanso. “Para mí la materialidad es la piedra angular de la sostenibilidad”, señaló Dall, que insistió en la necesidad de entender bien dónde se encuentra nuestro impacto o, en otras palabras, “dónde mi estrategia de sostenibilidad y mis recursos deben estar para yo generar mayor impacto”.

El cambio esencial en materia de sostenibilidad viene de la mano de la regulación: “No ejercerla como algo más, sino considerarla como algo obligatorio”, explicó Dall. Ocho líneas estratégicas componen el Pacto Mundial Verde, que refleja ese compromiso global por establecer normativas para promover la sostenibilidad y conseguir un continente verde. ¿Cómo? Con regulación. Y es que estas medidas y leyes son el reflejo también de lo que es y será importante en el futuro, así como las nuevas oportunidades de negocio que surgirán a raíz de ellas.

Toda esta regulación deberá tener como respuesta un análisis de sostenibilidad debajo del brazo de todas las empresas. Se requiere ahora un reporting integral y robusto y, para ello, la información es siempre la clave. Este análisis debe ser un proceso dinámico y cambiante, expuesto a nuevos cambios en su hoja de ruta, como el giro drástico en 2021 con la llegada de la propuesta de Directiva de Información Corporativa de Sostenibilidad (CSRD) y la propuesta de Directiva de Due Diligence. Con más de mil data points a reportar en la CSRD, Dall insistió en la necesidad de hacer un buen análisis de doble materialidad para poder determinar qué es importante para la empresa y decidir sobre qué puntos se va a reportar. Este análisis debe realizarse en torno a cuatro niveles de divulgación con el siguiente desglose: gobernanza, estrategia, gestión de impacto, riesgos y oportunidades (IRO) y métricas y objetivos. “Entender la doble materialidad es crítico, es el primer paso bien hecho para una organización”, sentenció la experta.

De la materialidad a la doble materialidad

Hasta la llegada de las nuevas directivas, la materialidad se centraba en los impactos de la empresa en el planeta y las personas, pero ahora, con el cambio de paradigma, se debe tener en cuenta también la materialidad financiera. Esto se definiría como la respuesta a cómo van a afectar a mi cuenta de resultados, mi cashflow e inversiones, los potenciales riesgos y oportunidades derivados del medioambiente. Con esta nueva forma de entender el impacto de la empresa, se derivan nuevas oportunidades de negocio que recaen directamente en lo que está sucediendo a su alrededor. La doble materialidad es así la unión de todos estos conceptos y debe ser el motor para la conducta empresarial responsable.

“En la práctica, si sé los temas en los que estoy impactando, podré desarrollar mecanismos de gestión real, de debida diligencia de mis acciones”, explicó la experta. Todo ello es la gestión operativa de los temas materiales y, una vez se analizan estos impactos, debemos tomar las medidas atendiendo a la responsabilidad de la empresa en cada una de ellas teniendo en cuenta su grado de conexión con el problema (directo, semidirecto o indirecto).

A diferencia de lo que ocurría en las materialidades simples, la EFRAG -el organismo al que la Unión Europea encargó la elaboración de los estándares de la nueva CSRD-, pide en el nuevo concepto doble que se involucre a los grupos de interés en el proceso, poniendo especial hincapié en determinar con mucha precisión tu mapa de interés a lo largo de toda la cadena de valor. Además, ahora, en vez de requerir el feedback individual de cada grupo, se puede recurrir a los proxis (como los sindicatos para hablar en nombre de los empleados o las ONG para hacerlo en nombre del planeta) y se deberá consultar con ellos el análisis de los impactos, pero será la empresa quien decida en qué momento del proceso.

La directiva CSRD y las guías de la EFRAG establecen además un nuevo proceso de análisis que empieza por estudiar el contexto de la organización, siguiendo por determinar los impactos (en su sentido doble), evaluar la importancia de los IRO y, por último, reportar los resultados. El primer paso es clave para poder desarrollar un buen análisis y es que, como parte de la identificación, cada estándar y tema, se debe identificar con subtemas y sub-subtemas, que se deberán complementar según la cadena de valor que se ha mapeado previamente. Una vez identificas tus impactos, debes hacer lo propio con los riesgos y oportunidades, como parte de esa materialidad financiera tan relevante, esa visión ‘outside-in’. En la fase tres, se deberá evaluar y priorizar esos IROs, que se analizarán siguiendo diferentes aspectos y cotejándolos con las partes interesadas. “Hay que invertir tiempo en hacer el análisis de doble materialidad y hacerlo con mucho cariño porque será a partir de ahí de donde surja la estrategia de sostenibilidad y su consecuente reporting final”, insistió la profesional.

Como punto final a su explicación, Dall quiso destacar la importancia de contar con un buen modelo de gobernanza ESG: un modelo operativo, un sistema de toma de decisión y uno de coordinación y seguimiento en el centro de todo ello. En esta línea, la experta insistió en la relevancia de tener en mente que se trata de decisiones transversales que afectan a todas las áreas de la empresa, por lo que se deben tener en cuenta desde el primer momento, tomar conciencia de que todos estamos involucrados. Esta nueva directiva, señaló Dall, va a obligar a que esos cambios se realicen en el día a día y a entender el reporting como una forma de “cumplir una función mayor, no solo por cumplir”. Así, “escoger un tema para vincular tu propósito y crear ventaja competitiva es clave”. “Si no lo utilizas como palanca estratégica, te puede suponer más riesgos”.

 

Beatriz Nestar Bueno
Periodista y alumna de la decimotercera edición del Curso de Experto en Sostenibilidad e Innovación Social