Bernardo García: “Se trata de un cambio de mentalidad, pasar de poner el foco en (…) un buen resultado, a entender cómo esto que hago bien sirve para algo y para alguien”
Fundador de la Asociación española para la medición del impacto social (ESIMPACT), formador en medición de impacto y consultor senior internacional.
"Taller sobre medición y gestión del impacto social’’
‘Taller sobre medición y gestión del impacto social’
“Medir el impacto para ser mejor organización”, no es un claim cualquiera, especificó Bernardo García al inicio de su taller práctico el pasado 24 de abril: “Realmente os daréis cuenta de que cuando empezamos a medir el impacto se produce en las entidades y proyectos un cambio cultural”, apuntó el ponente. “Se trata de un cambio de mentalidad, pasar de poner el foco en las actividades y que tengan un buen resultado, a entender cómo esto que hago bien sirve para algo determinado y para alguien”, explicó el fundador de ESImpact. Con este nuevo paradigma se puede cambiar la forma en la que las compañías ven y entienden su actividad y se genera desde el propio diseño de la intervención, no al final de ella, “cuando diseño la intervención debo tener en cuenta para qué y para quién debe servir este proyecto o entidad”.
Antes de arrancar con la sesión, Bernardo García quiso consultar con la clase las expectativas del alumnado de cara a la sesión, pero con un objetivo claro: conocer el proceso para definir un sistema de medición del impacto. Una labor que conoce bien como fundador de ESImpact, colaboradora de Social Value International, que marca ocho claves a la hora de efectuar este proceso. ¿El primero de ellos? Involucrar a los grupos de interés, un “principio fundamental”; seguido de entender qué cambia; valorar lo que realmente importa; incluir únicamente lo esencial; no reivindicar en exceso; ser transparente; comprobar el resultado y ser receptivo. García introdujo a la clase también al SDG Impact, con referencias concretas para reportar en tu impacto sobre los ODS.
“No todo lo que cuenta puede ser medido, ni todo lo que puede ser medido cuenta”, una frase de Einstein que García quiso utilizar de ejemplo para referenciar que muchas de las cosas que se miden en algunos proyectos, son intangibles, “aunque aparentemente no sea fácil medirlo, es lo que es útil”. Además, “no todos los datos que recabamos los tenemos que meter en nuestros sistemas de indicadores”, apuntó el profesional.
Qué entendemos por impacto social
Cambio, transformación son algunos de los conceptos clave en esos impactos que queremos medir, pero ¿qué entendemos por impacto social? Fue la pregunta a la que García le quiso dar respuesta. Y es que el impacto social tiene siempre una serie de características (integrar perspectivas de los GDI, estar al servicio de la gestión, etcétera) y, según el New Philantropy Capital (NPC), es la obtención de información sobre los cambios generados en el largo plazo, de manera comparativa y robusta.
Sentada la base del concepto, el ponente pasó a entender la gestión del impacto social: utilizar los datos de la medición para comprender, modificar y mejorar el programa, proyecto o servicio que generó el impacto. Y este debe ayudar a comprender lo que está y no está funcionando y por qué, así como desarrollar una cultura que promueva el aprendizaje para mejorar la contribución.
En cuanto a la estructura, García insistió en que es importante comenzar por responder el por qué y para qué es importante medir, “si esto no está claro, no debemos empezar”, señaló. Una vez respondido esto, debemos entender qué se va a medir, cómo lo vamos a hacer y qué metodologías vamos a utilizar, pero es esencial entender y saber con certeza qué es lo que queremos medir.
Explicada la teoría, García pasó a profundizar sobre la metodología a usar en el caso práctico: la teoría del cambio, “un planteamiento a priori del cambio que quiero generar y cómo voy a llegar a él”. ¿El primer paso? Determinar la misión de la iniciativa/organización, “y distinguir entre la acción y el propósito” y, una vez está claro, debes conocer el problema o reto que intentas resolver, “si no tengo claro el mapeo del problema, va a ser muy difícil saber dónde voy a intervenir, en qué aspectos voy a intentar darle la vuelta o a cuáles no voy a llegar”, explicó el experto. A partir de estos problemas, hay que determinar qué soluciones se proponen y qué actividades realizar para llevar a buen puerto esas soluciones. Además, en esta metodología se deben marcar aquellas cosas que asumes para tu teoría del cambio, un apartado clave para reflexionar sobre las condiciones que se deben dar para que tu teoría funcione en la realidad, un conjunto de hipótesis que dotan de realismo a todo el proceso.
De la teoría a la práctica
La primera herramienta que quiso explicar García fue el árbol de problemas, donde se trata de dar respuesta a un problema o varios concretos. ¿Por qué? Es la pregunta clave, que permite determinar las diferentes causas, que se van profundizando a medida que avanzas en resolver esas preguntas tratando de llegar a las raíces de ese problema. Hacia arriba, por el contrario, encontraríamos las consecuencias o efectos del problema. La primera gran decisión del impacto es “en dónde intervengo y en dónde no; y debe ser estratégico, no hay una fórmula mágica”, comentó García con respecto a este árbol, lleno de diferentes problemáticas que no siempre tienen solución o que pueden llevar décadas.
Divididos por grupos, el alumnado trabajó directamente en la práctica sobre el caso de la empresa La Fageda, destinada a dar oportunidades de trabajo a personas de colectivos vulnerables. Así, determinando el problema principal al que la empresa quiere dar solución, los grupos trabajaron en establecer causas y efectos derivados del mismo para definir no únicamente cómo algunos de ellos son de carácter sistémico, sino para entender y valorar también las dinámicas de grupo y la importancia de contrastar y valorar con todos esas problemáticas. Una vez asentados los problemas, el alumnado buscó algunas de las soluciones que la organización lleva a cabo a través de su actividad.
Antes de pasar a hablar de impactos, García explicó al grupo la cadena de valor del impacto social, que se debe leer de derecha a izquierda, desde los impactos (cambios indirectos y a largo plazo), que se consiguen a través de los efectos directos (cambios que resultan de la actividad determinada como solución) que, con el paso del tiempo, se convierten en indirectos también. “Construir una cadena de valor es fundamental en una medición de impacto”, ¿y cómo se logran? A través de los outputs, que se alcanzan con las actividades concretas, resultado de los recursos.
A continuación, es importante hacer un análisis de los grupos de interés e identificarlos en una matriz en base a la influencia que tienen sobre nuestra organización y el impacto que tenemos sobre ellos nosotros, así como establecer la cadena de valor del impacto social: cuáles son los impactos que deseo alcanzar, para quiénes y con qué grado de cobertura.
En el siguiente paso de la práctica, los grupos se centraron en encontrar los outputs (producto o resultados de la actividad) y determinarlos en positivo como soluciones al problema de raíz. Este paso sirvió al ponente para explicar la diferencia entre los efectos directos, que nos podemos atribuir porque son consecuencia directa de la actividad de la organización; y los indirectos, a los que contribuimos, pero no dependen únicamente de la organización, y que constituyen su impacto.
Los efectos e impactos pueden dividirse en centrados en cambios, en metas o en comparaciones y entender su tipología es clave en la medición, al igual que la selección de indicadores. Estos deben ser coherentes con la misión de la organización, aprovechar los que ya existen, que sean SMART, estar claramente definidos, que exista uno por efecto o impacto y que nunca sean más de 20. Por último, es importante establecer una línea de base, “si estamos hablando de cambios tengo que saber el punto de salida y el punto de llegada”, explicó el profesional, “si no, no sabes con qué vas a comparar”.
García insistió en la importancia de digitalizar los indicadores y utilizar tecnología para realizar encuestas y, para cerrar la sesión, realizó una recapitulación de lo aprendido con algunas recomendaciones personalizadas para el diseño y despliegue del sistema de medición y recogida de datos e información. Y siempre con una idea en mente: “Todo esto solo tiene sentido si lo añadimos a nuestro modelo de gestión”.
Beatriz Nestar Bueno
Periodista y alumna de la decimotercera edición del Curso de Experto en Sostenibilidad e Innovación Social