“Aunque compense pagar por incumplir, la multa reputacional quizás no se pague nunca”

Sonia Martínez Arca, fundadora y CEO en Sigillum Knowledge Solutions.

Como consumidores, ¿tenemos que hacer un acto de fe cada vez que compramos una prenda de ropa? ¿Es suficiente la información que nos da la etiqueta de un producto sobre la seguridad de su uso? Ante preguntas como estas, Sonia Martínez Arca, fundadora y CEO en Sigillum Knowledge Solutions, ofreció la visión de los condicionantes en los que se mueve la industria de la moda en cuestiones de salud y seguridad de sus productos, “en tanto que dos pilares del compliance”. Una industria que definió como “altamente contaminante, deslocalizada e intensiva en mano de obra, además de muy vulnerable ante crisis reputacionales”. Como dato, de las casi 500 pymes dedicadas al textil en Galicia, el 80% exportan.

A mayor complejidad en la cadena de producción, mayor exigencia en los mecanismos de control. “No hay producto 100% seguro, lo que hay es que gestionar los riesgos”, sostuvo Martínez. Para ello las empresas deben asegurarse en primer lugar de que no haya sustancias nocivas en el producto final, pero también en ir más allá y buscar “soluciones que reduzcan el uso de tóxicos a lo largo de toda la cadena”. Por su parte, las autoridades establecen marcos regulatorios para proteger a los consumidores. En el caso de que un producto peligroso llegue al mercado, en la Unión Europea funciona un sistema de intercambio de información (RAPEX) por el que se activa una alerta prácticamente inmediata y que “obliga al productor a retirarlo, asumiendo los costes”.

Lo que no se regula a nivel europeo lo puede regular cada país. “Esto complica el panorama para las empresas que deben conocer 27 particularidades”. Encontrar el mínimo común entre los diferentes mercados no es tan sencillo, por eso la clave está en el desarrollo de un manual, “un documento propio que sirve para asegurarse de cumplir estándares en todos los mercados objetivo”. Además, destacó su utilidad para dar una imagen de profesionalidad y control ante proveedores, implicándolos y facilitando que se ajusten de manera programada a los requisitos. Los laboratorios y procesos de control cierran el círculo demostrando su cumplimiento, y serán argumentos de peso ante una posible reclamación.

Son muchos los actores y departamentos implicados dentro de la empresa y, a nivel externo, es grande la repercusión social de las cuestiones de salud y seguridad de los productos que se consumen. “Las ONG van a estar vigilando y son las que pueden generar alguna de esas crisis reputacionales”. ¿Cómo reducir estos riesgos de conformidad? Por un lado, con comunicación interna “para alinear las prioridades” y, por otro lado, conociendo de primera mano la cadena de suministro y el proceso de manufactura, “no que te la cuenten”. También es necesario trabajar en ganarse la confianza de los consumidores: “no es tanto lo que pone en la etiqueta, sino confiar en la marca. Eso forma parte de la estrategia de marketing, de trasladar correctamente los valores”.

La parte final de la sesión se dedicó a conectar el surgimiento de Sigillum, a partir de proyectos de investigación en la universidad, con la existencia (o no) de un ecosistema favorable a la creación de empresas y la transferencia de conocimiento. Según su CEO, “en temas de innovación solo el dinero no basta. Hay que generar dinámicas entre los inversores, tiene que haber empresas tractoras. De un día para otro no se puede generar un ecosistema”. ¿Cuál es el principal problema en España? “Muchas veces se pone el foco en el déficit de financiación pública, pero lo cierto es que el sector privado invierte muy poco”, y ese es el dato que baja el resultado. Si una investigación tiene visos de ser rentable, “lo lógico y legítimo es crear una empresa, que pague impuestos y compita en condiciones de mercado”, aunque nadie dijo que fuera fácil.

 

Ana Narváez
Periodista y alumna de la octava edición del Curso de Especialización en Sostenibilidad e Innovación Social