Ángel Carracedo: “En el libro de la vida que es un gen, hay veinte páginas que nos hacen distintos; ocho las hemos descubierto en Galicia”
Director de la Fundación Pública Gallega de Medicina Genómica del SERGAS
Desarrollo de un modelo sostenible con base en el I+D+i y transferencia en Medicina Genómica: Logros y retos
Acababan las sesiones ordinarias del CESIS de la Cátedra Inditex-UDC 2019-2020 y lo hicieron por todo lo alto. Con una sesión motivadora e inolvidable, llena de generosidad y memoria personal al mismo tiempo. La que impartió Ángel Carracedo el jueves 14 de mayo fue una lección de vida; un recorrido vital y profesional, el suyo, que es también un proyecto colectivo, más vivo que nunca a día de hoy. Catedrático de Medicina Legal y experto mundial en genética, reclamado desde puntos de todo el planeta por la innovación y excelencia de su trabajo y de los equipos que dirige, pudo ser farero, como sus tres hermanos, pero la ciencia se habría perdido una referencia necesaria. Cómo dedicarse a la investigación y no morir en el intento. Así dijo que se podría haber llamado esta sesión del CESIS, pero lo cierto es que, al escucharlo, a través de videoconferencia, es fácil olvidarse de las dificultades de financiación de la investigación o de los obstáculos para una integración eficiente de los avances en la sanidad pública. Compromiso y naturalidad en uno de los investigadores de referencia mundial, desde Galicia. Insistió en invitarnos a su lugar de trabajo en la Universidad de Santiago de Compostela en cuanto sea posible y nosotros, el alumnado, ya lo tenemos marcado en nuestra agenda.
El Instituto de Ciencias Forenses, de la Universidad de Santiago de Compostela es, según Thomson-Reuters (la agencia que gestiona la Web of Knowledge) el de mayor número de citaciones a nivel mundial en el área de Medicina forense en el decenio 2001-2011 y Carracedo, personalmente, el autor con más citaciones e índice h a nivel mundial. Alrededor de 160 investigadores de todo el mundo, de manera estable, forman parte de una estructura que Carracedo, su alma mateur, dirigió hasta 2012 pasando el testigo a la también Catedrática de Medicina María Victoria Lareu. Una manera de liberar tiempo para sus variadas responsabilidades en otras estructuras, grupos e iniciativas centradas en la medicina y en la investigación. El nivel técnico del Instituto de Ciencias Forenses hace que sea conocido y reconocido en todo el mundo, siendo referencia mundial en la investigación aplicada a la identificación de personas en catástrofes, investigaciones criminales, procesos de adopción o agrupamiento familiar. Su intervención es habitual y decisiva en procesos judiciales complejos. “La genómica es transversal, por eso parece que nos dedicamos a muchas cosas”, bromea Carracedo cuando se refiere a las múltiples investigaciones en las que toma parte.
Pero la actividad de Ángel Carracedo, como sus galardones -entre ellos, el Premio Jaime I, el galardón científico más importante del país- es difícil de sintetizar en una crónica. Como coordinador del Grupo de Medicina Genómica de la USC, tiene diez grupos de investigación trabajando; dirige desde 1998 la Fundación Pública Gallega de Medicina Genómica, que promovió para dar servicio a toda la red del SERGAS (Servicio Gallego de Salud) y que hoy atiende a treinta mil pacientes; dirige en la plataforma del Centro Nacional de Genotipado del Instituto de Salud Carlos III el nodo de Santiago de Compostela; ha presidido la Sociedad Internacional de Genética Forense; y promovió la plataforma Innopharma para el desarrollo de candidatos a fármacos. En este momento de crisis por el coronavirus coordina, junto al director científico del Centro de Investigación Biomédica en Rede de Enfermidades Raras, Pablo Lapunzina, una investigación sobre determinantes genéticos y biomarcadores genómicos de riesgo que pudieran predisponer a sufrir una infección a causa del virus SARS-CoV-2. Este proyecto ha contado con el apoyo económico de la Fundación Amancio Ortega. Además, Carracedo mantiene una alianza con la Catedrática de Farmacología de la USC, Maribel Loza, en la Fundación Kaertor, de co-desarrollo público-privado; ambos trabajan en la búsqueda precoz de fármacos.
Santa Comba, Uppsala, Santiago de Compostela
Y si la lectora o lector aún tiene aliento a esta altura para seguir sumergiéndose en la vida y obra de Ángel Carracedo, seguimos con los orígenes porque, echando mano de su narración “la genética es el estudio de la herencia, todo lo que tiene vida tiene una proteína llamada ADN”. Ángel Carracedo nace en Santa Comba (A Coruña) en 1955 y aún hoy reconoce haber estudiado Medicina fundamentalmente para que sus padres se sintiesen orgullosos. “Procedo de una familia humilde, que insiste mucho en la formación de sus hijos. Así que estudiábamos por libre en Santa Comba y nos examinábamos una vez al año en el instituto que estaba en San Caetano, donde está la Xunta en la actualidad. Para mí era una experiencia muy chocante, pero soy de los que creo que el mundo ha cambiado mucho y el sistema educativo no. Seguimos empeñados en enseñar lo menos útil e interesante para la vida, en la memorística”, dice Carracedo,
Tras estudiar Medicina en Santiago de Compostela –“con 1.800 estudiantes en mi curso”-y con cierta inclinación a la genética, de la que sólo contaba con una materia optativa, su destino fue la Universidad de Uppsala, en Suecia. “Aquí no había especialidad, sigue sin haber a día de hoy; yo quería laboratorio, no soportaba el dolor de los demás en el ejercicio de la medicina, así que me admitieron en un máster en Uppsala (Suecia) y pude trasladarme gracias a una beca de la Fundación Barrié, fui su primer becado doctoral. Allí trabajé en la formulación teórica y me empecé a enganchar de verdad a la investigación”, cuenta sobre unos años en los que Frederick Sanger gana su segundo Premio Nobel por la secuenciación de los elementos que forman el ADN. Carracedo, a pesar de la gran oportunidad que suponía ejercer en Suecia, quería volver a casa, y vio en la reforma de la Ley de filiación de 1981 una salida. La Constitución del 78 había abierto la posibilidad de indagar en la paternidad, dejando atrás la marginación y desventaja de los ilegítimos. “Yo sabía hacer aquello, el poder hacer pruebas de paternidad me hacía único, así que me alié con un profesor de Medicina Legal pensando en el retorno y en que nos íbamos a forrar. No fue así, las pruebas las pedían los jueces, procedentes del régimen anterior, y sólo hubo tres solicitudes ese año. Con lo que aproveché para hacer la tesis en Uppsala y, con 30 años, me convertí en Catedrático de Medicina Legal”, cuenta Carracedo. A partir de ahí se genera la trayectoria con la que comenzamos esta crónica: contratar gente, hacer grupos, especializarse en pruebas de paternidad, convertirse en un equipo competitivo en la parte forense y a mediados de los noventa tener la mayor producción científica del mundo.
“Los casos criminales más conocidos que implicaron ADN los llevamos nosotros; hacemos I+D+i, vivimos de lo que otros laboratorios no pueden hacer. En el libro de la vida que es un gen, hay unas veinte páginas en las que somos distintos unos de otros, y ocho fueron descubiertas por nosotros. Cometimos errores como no patentar, porque lo más importante nos parecía publicar”, cuenta. Carracedo recordó al alumnado que el “libro de la vida” cuenta con dos instrucciones tan extrañas como fundamentales: la muerte, que hace posible la existencia de los organismos pluricelulares, y la mutación, que es la fuente de la variación y, también, de las enfermedades. También subrayó que llevamos poco tiempo en la tierra y que, por lo tanto, somos poco diversos físicamente. “Somos curiosos, pero lo son otros animales. Tampoco somos los únicos que tenemos risa, aunque de los pocos. Quizás lo que nos distingue a los seres humanos es la riqueza en la manera de comunicarnos, con creatividad, y la variabilidad emocional, esa que es muy importante teniendo en cuenta el poco tiempo que llevamos como especie y que deriva en el sentido de la trascendencia, de los valores, de la ética”, dice.
El Catedrático de Medicina Legal apuesta por la investigación, por la colaboración en ciencia y por los liderazgos éticos. A lo largo de su vida ha ido organizando grupos de investigación alrededor de las enfermedades y sus causas, genéticas y ambientales: cáncer, psiquiatría, muerte súbita, neurogenética o farmacogenética -las reacciones adversas a los fármacos son una de las mayores causas de muerte en Europa-. Con la investigación en marcha para realizar millones de genotipos en relación a la COVID19, nos cuenta que aún le queda algún momento en el año para encargarse de su labor como director de un comité de Cruz Roja Internacional, dedicado a la medicina legal humanitaria. “Vamos a donde nos mande la ONU o el Tribunal de La Haya, dónde se hayan producido catástrofes, terremotos, torturas. Por fin el año pasado hemos conseguido realizar la identificación de los jovencísimos soldados muertos, entre 15 y 18 años, que Argentina mandó a la guerra de las Malvinas en 1982. Ciento y pico chavales que permanecían anónimos; estaba entre las tareas pendientes y por fin se ha podido concluir”.
Arancha Estévez Lavandeira
Periodista y alumna de la novena edición del Curso de Especialización en Sostenibilidad e Innovación Social