“En las alianzas se comparten impactos positivos, pero también costes y riesgos”

María José Sanzo Pérez, catedrática de Comercialización e Investigación de Mercados de la Universidad de Oviedo.

Las alianzas entre Organizaciones No Lucrativas y empresas son clave para la construcción de procesos de innovación social. Bajo esta premisa, María José Sanzo Pérez, catedrática de Comercialización e Investigación de Mercados de la Universidad de Oviedo, aportó en la sesión del 6 de febrero herramientas para su diseño y sostenibilidad, haciendo hincapié en analizar y gestionar sus riesgos.

La casilla de salida es estar dispuesto a aportar, “cada miembro de la alianza pone sobre la mesa las herramientas que dispone: las Organizaciones No Lucrativas, el conocimiento de la problemática social o medioambiental y las empresas, financiación y capacitación”, explicó Sanzo. En la medida en que las partes se impliquen en la construcción de estos “acuerdos de valor añadido” se crean procesos de innovación social. “Debe ser social tanto el fin como los medios”, aclaró la docente, añadiendo que el impacto de estos procesos de cooperación debe medirse en términos de la “contribución al empoderamiento de los participantes”.

En la otra cara de la moneda están los retos a los que se enfrenta una alianza. “Tendemos a pensar en el win-win de la cooperación, y es cierto que hay beneficios, por ejemplo el desarrollo de capacidades e innovaciones, pero también son muy exigentes en términos de confianza y dedicación de recursos”. Por otro lado, deben tenerse en cuenta las asimetrías de poder que se pueden producir entre empresas y sector no lucrativo. Según Sanzo, “debemos atender a visiones que son diferentes en cuanto a rendición de cuentas, orientación a resultados, y estar preparados para gestionar posibles conflictos de intereses”.

Por eso, el primer paso antes de emprender una alianza es el autoconocimiento de la organización: dónde estamos, cuál es el modelo de negocio, su misión y valores, sin olvidar atender a los factores externos, como el conocimiento de los competidores y las tendencias globales. Sobre esta base, pasaremos a analizar el efecto que podría tener una alianza en la organización, la posible reacción a favor o en contra de los grupos de interés, riesgos y beneficios esperados.

Solo después, teniendo claro los puntos fuertes y los sensibles, procederemos a la selección del mejor socio entre los posibles. “Los criterios que debemos usar como guía son la minimización de los riesgos y la solución de debilidades de nuestra organización, buscando la complementariedad”, indicó Sanzo. Un análisis exhaustivo que permitirá diseñar alianzas que sitúen a los socios en la misma página y plasmen en un acuerdo marco los fines y los medios con claridad y detalle.

 

Ana Narváez
Periodista y alumna de la octava edición del Curso de Especialización en Sostenibilidad e Innovación Social