Elías Rodríguez: “La necesidad de innovar surge de las exigencias del mercado”

Elías Rodríguez Toral. Responsable del Departamento de Gestión de la Investigación del CIMA de la Universidad de Navarra.

Con el objetivo de explicar lo que significa la transferencia de tecnología y cuál es el proceso que imprime valor a toda la investigación, Elías Rodríguez Toral, responsable del departamento de Gestión de la Investigación del CIMA (Centro de Investigación Médica Aplicada) de la Universidad de Navarra, abordó la sesión del pasado 20 de abril con los alumnos y alumnas del Curso de Especialización en Responsabilidad e Innovación Social 2016/2017 de la Cátedra Inditex-UDC de RS.

El camino que se recorre desde el investigador hasta la universidad como institución, desde el artículo científico meramente divulgativo hasta la patente como activo fundamental del mercado, y desde la pequeña empresa de base tecnológica hasta las grandes compañías farmacéuticas, conlleva un proceso complejo y difícil en el que intervienen muchos actores que logran que los resultados de una investigación puedan tener un traslado y un impacto en la sociedad. Las OTRIS de las propias universidades son una muestra de la importancia que tienen estas estructuras de intermediación para la investigación en las que, según Rodríguez Toral, “se necesita mucho personal, mucha experiencia y muy buena gestión”.

Con tantos agentes implicados en este recorrido surge una pregunta inevitable: ¿A quién pertenecen los resultados de la investigación? “Moralmente el proyecto siempre es de quien lo desarrolla, y el beneficiario es quien ha solicitado el proyecto”, apunta el experto.

El origen de todo este proceso está en la investigación básica, que abarca todos aquellos estudios o trabajos originales que tienen como objetivo adquirir conocimientos científicos nuevos y formular teorías, hipótesis y leyes. El siguiente paso sería el de la investigación aplicada, que basándose en la anterior obtiene resultados prácticos susceptibles de ser patentados para una futura explotación comercial. El desarrollo tecnológico utilizaría los conocimientos para la producción de materiales, dispositivos, procedimientos o servicios nuevos a través de prototipos. Por último, si los resultados del prototipo son eficaces y viables, se realizan inversiones para producir en grandes series y vender al mercado y, cuando son aceptados por éste, se convierte en innovación. Hay muchos descubrimientos que al no tener desarrollo tecnológico no se patentan, pero suponen igualmente un conocimiento para la comunidad científica del que pueden hacer uso. “La transferencia de tecnología es el vínculo que une la investigación más básica con el mercado”, afirma el experto, y ésta se desarrolla a través de los departamentos de I+D+i, aunque en épocas de crisis son los más perjudicados por los recortes económicos.

Durante la segunda parte de la sesión, Rodríguez Toral explicó cómo se gestionan desde el CIMA los proyectos de investigación en el que están muy vinculados el Centro Tecnológico, la Universidad y la propia empresa. Su misión está fundamentada en encontrar soluciones terapéuticas a las necesidades de los pacientes. Con esta finalidad, el CIMA colabora con compañías farmacéuticas y biotecnológicas. En este punto el docente resaltó la importancia de la figura del bróker tecnológico que asesora a las compañías farmacéuticas sobre lo que puede ser de su interés y pone en el mercado el producto del investigador. Por último, se analizaron las fases que conlleva el desarrollo de un medicamento hasta su venta en el mercado, lo que suscitó un interesante debate en el aula sobre ética y bioinvestigación.

 

Sandra López Salmonte.
Comunicadora audiovisual y alumna de la sexta edición del Curso de Especialización en Responsabilidad e Innovación Social.