“Con la llave de la regulación puedes adelantar los cambios hacia la innovación”

Diego Moñux, fundador y socio-director de la empresa Science & Innovation Link Office.

El fundador y socio-director de la empresa Science & Innovation Link Office, Diego Moñux, propuso una sesión centrada en el debate sobre la vinculación entre la sostenibilidad y la ciencia y tecnología, que llevó a plantear preguntas sobre quién impulsa la innovación y cuál es la articulación entre esos actores. En sus palabras, se trata de “hablar de cómo se genera la innovación, pero también de quién está detrás”.

La primera premisa es el papel determinante que juega la sociedad en el desarrollo de las innovaciones. “La innovación es un proceso social en el sentido de que nadie innova en solitario, puesto que requiere de trabajo en equipo”. Además, es necesario distinguir entre el impacto social que produce toda innovación y las innovaciones que nacen con un fin social. En segundo lugar, también es crucial el rol de las administraciones públicas, que facilitan -u obstaculizan- la generación de dinámicas que propician la innovación. Tienen en su poder la llave de la regulación y de la creación de estrategias comunes. Por ejemplo, “cuando existe una política sectorial clara se moviliza la innovación por parte de las empresas y otros actores sociales”. Moñux hizo referencia a las conexiones público-privadas, en tanto que “mundos complementarios para impulsar objetivos comunes con diferentes estrategias”.

Visto de otra forma, las entidades públicas son también usuarias de soluciones innovadoras, enviando demandas al mercado, como es el caso de la Compra Pública Innovadora. Como claro ejemplo, se señalaron a “las ciudades como agentes activos de la innovación”. De hecho, “las ciudades tienen directores de innovación hoy en día” y presentan sus proyectos para optar a financiación de la UE. Otro ejemplo de financiación europea de la innovación es el programa H2020, en el que destaca la temática de “retos sociales”. Esto demuestra, según Moñux, que “hay un mercado público de la innovación; por medio de incentivos públicos, se buscan soluciones a problemas sociales”.

¿Dónde se ubican las empresas privadas en este mapa? Tal y como explicó Moñux, “existe un aprovechamiento empresarial del conocimiento científico y tecnológico, pero la innovación no es ya monopolio de las empresas del mismo modo que el conocimiento, que es el combustible de la innovación, no es ya monopolio de la universidad”. El valor que generan las innovaciones ya no es solo valor empresarial, también es social.

¿Cuál es el impacto social de las estrategias de fomento del emprendimiento que están lanzando las grandes corporaciones españolas? “Es necesario clarificar conceptos, el emprendimiento no siempre es social, ni innovador, a veces es simplemente crear una empresa”. Hay iniciativas para implementar estrategias de innovación abierta, en las que empresas, emprendedores y universidad colaboren en proyectos de innovación, “aunque la realidad es que no siempre es fácil llevarla a la práctica”. Las empresas, sobre todo las grandes, han puesto en marcha diferentes programas para favorecer la creación de start ups. “La idea de fondo es que con su departamento de I+D+i no pueden abarcar todos los retos a los que tienen que hacer frente”, señaló Moñux.

Una sesión, en definitiva, en la que se analizó el paso “de las definiciones de innovación restringidas a las batas blancas a la introducción del factor de lo público y de lo social” y en la que quedó claro que “no solo innovan las organizaciones, innova la sociedad en su conjunto y, por tanto, es posible hablar de sociedades más y menos proclives a la cultura de la innovación”. En la creación de un círculo virtuoso entre las necesidades sociales, la validación tecnológica por parte de las empresas y la regulación pública está la clave.

 

Ana Narváez
Periodista y alumna de la octava edición del Curso de Especialización en Sostenibilidad e Innovación Social